RECUERDOS DE ANTAÑO


 Nieve camino de la Presa. (Foto Bardenero).

  Llega la Navidad, y surgen añoranzas de tiempo pasado, que nos evocan  gratos momentos vividos en nuestra niñez.
            Un montón de vivencias se agolpan en mi mente. Toda la familia reunida en torno al fogón de la cocina, la leña chisporroteando y alumbrando la estancia. Entre las brasas de leña, se vislumbran unos ruejos del  Río, redondeados, que una vez calentados, conservarán el calor, para introducirlos, una vez envueltos en fundas de lana, entre las sábanas, frías y húmedas de las camas.

 El abuelo, sentado en el banco de Escaño, cortando migas. La puerta que se abre y cierra enseguida para conservar el calor de la  única estancia a una temperatura adecuada. A través de la ventana, se adivina la boira penetrante en el exterior.
En el corral de la casa, un ligero manto de nieve, recubre la barda y guarda, bajo su protección, los fajos de ollagas y sarmientos apiñados. Un poco más, a la derecha, se asoman unas astillas grises blanquecinas que guardan debajo botellas de arrope y mostillo reconfortantes.
 La abuela, en la cocina, terminando un gersey de lana recia para el nieto. que acaba de llegar de vacaciones, después de tres duros meses en el internado de la Capital.
            Acaba de llegar el correo, con la carta del tío que tuvo que emigrar a América, con noticias frescas sobre una posible visita para las navidades del año que viene.
 Los “ hombres “, en el corral preparan la matanza del cerdo, ya que el “Matacutos” ha mandado aviso de su aparición, hacia las seis de la mañana del día siguiente. Hay que preparar las ollagas para  quemar la piel y limpiarla, una vez muerto el animal; los sarmientos para aminorar el frío mañanero, los pedazos de tejas para raspar la piel del cerdo, la cuerda  para poner “ al sereno” , durante la noche el cuerpo del interfecto, vaciado ya de sus entrañas y vísceras, el palo travesero apoyado en los costillares del animal.
                        En un rincón de la cocina, la madre prepara unas bandejas de galletas “Vainilla”, y unas botellas de vino dulce “Mistela” para los participantes en la matanza, una vez terminada esta, para calentar un poco el cuerpo, en la fría mañana invernal.
                        La hermana ayuda a la madre en su tarea doméstica; la casa es grande y requiere mucho tiempo; además hay que hacer una limpieza más concienzuda de cara a los días que se avecinan.
            Los hermanos pequeños se encargan de ir a la tienda de Ultramarinos de la esquina, con la lista de compras anotada en una hoja de block: Turrón del “duro”, Gijona, Guirlaches,Torta de nieve, de piñon, bolas de “marzapán, orejones, anguilas….
Sigo, aún a riesgo de parecer pesado, con mis recuerdos:
                                               La Misa del Gallo de Nochebuena.  El coro de la iglesia parroquial interpretando magistralmente la “Pastorela”, acompañada con organista de “Lujo”, Triángulo y Pandereta´,  El “Adeste Fideles, letritium fantes” interpretado por el Paisano Tenor, creando todo el conjunto un clima de voces e instrumentos que suben hacia  arriba, contagiando a la gente, envolviéndola y haciendole vivir el momento presente.
                                              
                                                     Los partidos de futbol en las eras, cuadrilla contra cuadrilla, el campo de fútbol, repleto de jóvenes, después de comer, en que apenas se veía el balón. Ratos de ocio en el pueblo, que no se olvidan.
                    Para los niños,” la novenica del niño”, con la recogida de los papeles, con su nombre, para el sorteo del último día. Las tapas de las cacerolas, anunciando la venida de los reyes Magos.
“Ya vienen los Reyes por el lavadero……..”
           
                        A la vez que se recuerda , siente uno nostalgia contagiosa de aquellas navidades.

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