El Cister y Navarra

(escrito el 13/9/2007)
            Hace poco apareció, en los Periódicos navarros, la noticia de la concesión de ayuda , por parte de la Consejería de Cultura del Gobierno de Navarra- Príncipe de Viana, para llevar a cabo obras de restauración del Monasterio cisterciense de Nuestra Señora de la oliva, sito en término de Carcastillo, ( Navarra).
           
Viene a mi memoria uno de los Benefactores del Mº( cuyo nombre, recuerdo, está plasmado en una lápida del Claustro), miembro, entonces, (1930) de la Comisión de Monumentos Artísticos de Navarra, D. J. Onofre Larrumbe.
            Es bonito recordar sus palabras, haciendo alusión al Monasterio y su entorno geográfico: “ Alegre topografía alrededor de este ilustre Cenobio, viñedos y pinedos, montañas cubiertas de nieve una buena parte del año, vega vistosísima , regada por las riquísimas aguas del río Aragón, que lleva consigo las de sus importantes compañeros pirenaicos: El Esca , Salazar, Iratí. Alegre, de cielo sano cuanto cabe, ábrese a la mirada un horizonte amplísimo que, a través de la ribera de Navarra y de toda la Rioja, sólo se detiene por la parte poniente, en las altísimas montañas de Burgos, formando una gama de colores y un conjunto de accidentes, que hacen del cuadro cosa inolvidable. El Monasterio es uno de los lugares más agradables del contorno”.
            En su libro: “ El Monasterio de Nuestra Señora de la Oliva”( Año 1930), comienza, de esta forma, lo que él siente en esos momentos.      
Así se explica ahora uno, cómo el primer Abad Bertrando eligió al fin esta lugar para fundar el Monasterio , después de haber estado en Encisa y recorrer el territorio.
                        La verdad es que en pocos sitios se encuentra  un Monasterio de esta época que ha perdurado a lo largo de los años , simbolizado sobre todo en esa gran Iglesia Abacial, que sobrecoge e impresiona a todo el que lo ve. Parece como si te sumergieras en otra atmósfera diferente: El silencio, la soledad, la iluminación  natural exterior, los rayos del Sol
Que inciden por los ventanales , sobre todo al amanecer, por estar el Monasterio orientado hacia el este, símbolo del Sol naciente. Todo, dentro de la Iglesia, emana Transcendencia. El grosor de los muros. Las columnas , con sus bases sólidas y fuertes que se levantan  y terminan en sus capiteles típicos cistercienses, sencillos y sinuosos, hasta los nervios ojivales, entrelazados y cruzados de piedra de la cubierta. “ Efectos de claro-oscuro enérgicos, dando una nota de travesura, condimento y gracia a toda la “masa”( en palabras de D. Onofre).
            No es de extrañar que, en la tercera década del siglo XX, hubiera personas que se afanaran por salvar aquel edificio que amenazaba ruina. Cuando apareció, en 1927, la subasta de la venta de la oliva, hubo gente que se dio cuenta de que aquel Monasterio construido en el siglo XII ( 1164-1198) de Benedictinos de la estrecha observancia( Cistercienses), con su Abad Bertrando al frente, corría el peligro de desaparecer.
            Lo que ocurrió está pormenorizado en el Acuerdo tomado por el Ayuntamiento de Carcastillo, con su Alcalde Rafael Alfaro Indurain y otros Concejales, de común acuerdo con la Orden Cisterciense y su P. General, para que, después de haberse quedado con el Monasterio, en subasta pública, en la que pujó, por parte de los dos,Miguel Urrutia, como Concejal mayor, viniera la Comunidad de Val de San José de Getafe, en el año de 1927.
            El Padre General de los Cistercienses, al entregar el Monasterio a la Comunidad de Val de Getafe, lo hizo con estas palabras: “ Van  Uds. a hacerse cargo  del mejor y más artístico monumento de la orden, que celebro mucho se encuentre en España”.
            Esto lo escribe en el libro citado D. J: Onofre Larrumbe. Lo que se da por hecho que, en la “trama” de este convenio o acuerdo entre el Ayuntamiento de Carcastillo y la Orden Cisterciense , no eran ajenos, ni mucho menos, los componentes de la Comisión de Monumentos artíaticos de Navarra, y, entre ellos, su Presidente D. J. Onofre Larrumbe.
A resultas de aquello, vino la  restauración del Mº, ya que la situación de este, según D. Onofre era la siguiente: “ El Mº estaba yacente en sus propias ruinas, era, a un tiempo, erial desolado,, nido de alimañas y guarida para el ganado”...( No hay que olvidar que , después de la Desamortización de Mendizábal y, posteriormente, con “ La Agrícola”, el Mº se había convertido en almacén de alfalfa y un lugar donde se criaba ganado mular que se exportaba  como ganado de carga en la primera guerra mundial. Precisamente el exceso de exportación de este ganado mular sería una de las causas de la quiebra de “ La Agrícola”, al no recibir el dinero resultante de ello y tendría como consecuencia la subasta del Monasterio, entre otras cosas.).
            Para restaurar, pues, todo aquello, se recibieron 7.500 duros y había que hacer tantas cosas..... Hubo también una subvención del estado de una cantidad de 42.100 pesetas, “ con el fin de desmontar y rehacer solamente una de las crujías del Claustro.
            Ante esta situación, en la fiesta de San Bernardo,( 20-8-1930), Juan Onofre Larrumbe Pérez de Muniain, Presidente de la Comisión de Monumentos Artísticos, escribe una carta al pueblo navarro donde dice:” Sobra dinero para todo y se regatea para salvar de una inminente ruina el más grandioso Monasterio, en el orden artístico, que tenemos en nuestro país. El honor e interés de Navarra exigen acudir antes a su remedio”.
            Estas palabras, trasladadas al 2.003, nos pueden hacer reflexionar, a la hora de ayudar, en la medida de lo posible, a la conservación y restauración de esta “joya” de arte Románico de Transición, Cisterciense, que se erige como señal de algo que falta en nuestros días: Silencio, soledad, trascendencia, espiritualidad, anhelo de algo que falta a la sociedad.
            Supongo que, desde el otro lado, Bertrando, Martín de Rada, Miguel de Goñi, P. Gallur, Nicolás Bravo, P. Ubani, P. Gregori Armendáriz; P. Arroquia y Osés, P. Bello, P. Lizarraga, P.Plácido, P. Bernardo, P. Agustín , P. Luís, P. Tomás, P. Mariano, P. Martín ,Zacarías y unos cuantos más, se estarán alegrando de toda la ayuda que, en estos momentos reciba el Monasterio de Nuestra Señora de la Oliva, continuando la obra hecha por ellos.
            El que suscribe, como nacido en Carcastillo, se congratula de ello, a la vez que hecha en falta distintas dependencias que existieron y dieron vida al Monasterio: La celda de los Copistas, el Locutorium, Sala de los Novicios, Calefactorio, Refectorio.........
            Sin duda, la singularidad , belleza y sencillez de este Monasterio merece el esfuerzo de la Consejería de Cultura de nuestro Gobierno de Navarra, en su afán de conservar y promocionar el Patrimonio Cultural y Artístico de nuestra provincia,
                                              
                                                           Antonio Villafranca Lecumberri

0 comentarios:

Publicar un comentario