Con fecha de 16-6 del año 2000, en uno de los artículos escritos por el que sucribe, en el Diario de Navarra, relativo a San Antonio y San Valentín, afirmaba lo siguiente, con motivo de la fiesta de San Valentín, del 14 de Febrero,”
Antes se recurría más a San Antonio, San Valentín parece más moderno, porque la gente de hoy día, sobre todo los jóvenes y adolescentes se acuerdan más de San Valentín., a ello ha contribuido, una vez más, la sociedad de consumo.
Yo no tengo nada en contra de ninguno de los dos, porque el amor es algo grande y es el motor de muchas cosas que se hacen en la vida, quizá sea lo que sigue moviendo la vida de las familias, hoy por hoy base de la sociedad. Pero no sé por qué el recurrir a San Antonio, era de una forma más callada y quizás más efectiva. El círculo era más pequeño, la gente se conocía más, sobre todo en los pueblos.
En el mío, Carcastillo, la estatua de San Antonio estaba
y está situada en una hornacina del retablo del Altar Mayor, realizado por el Sr. Arteta, en 1904, y creo que más de uno y más de una, se acordarán de él, buscando su ayuda.
Lo cierto que esta ayuda fue efectiva muchas veces, porque San Antonio tenía colaboradores tocayos y no tocayos que le echaban una mano en los momentos difíciles”.
La vida va cambiando, se hace más difícil intervenir en este devenir cambiante. Cuando se hizo el mundo y llegó la vida, no estaba todo hecho, había que “ desarrollarlo”, hacerlo más viable para los que nos rodean. Ya no es hora de “culpar”a los Santos de algo que sale bien o mal. Es hora de participar en esa “ culpa”y tirar del carro, responsabilizándonos todos.
Me vais a permitir, encuadrar en este contexto a nuestro sacerdote y amigo, D. Antonio Bergera, que de manera humilde y desinteresada dedicó toda su vida a hacer al bien a los demás, pobres, emigrantes, chicos-as, adolescentes, novios, matrimonios, enfermos, difuntos…
Como colaborador de San Antonio, “ supo tirar del carro, y desgastarse, como grano de trigo, “pudriéndose” por los demás, en el campo extenso de nuestra villa, logrando una cosecha fértil y duradera”.
Tus “Paisanos” te recordaremos siempre, porque estamos seguros de que nos seguirás echando una mano, como siempre lo has hecho. Tu música melodiosa, seguirá impregnando las piedras de nuestra Iglesia Románica Cisterciense de San Salvador.
Ha sido un verdadero lujo, tenerte y seguirte teniendo entre nosotros.
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