Pequeña plaza de mi querido pueblo
Testigo viviente del acontecer diario,
Sigues, firme y fuerte, en el casco viejo
Mostrando a las gentes su pasado
Muestra su rostro de piedra apuntado,
Y, el ella, se refleja el arte sencillo y bello
Del Románico Cisterciense diáfano.
A su lado, compañero durante muchos años,
La casa “grande” que fue del Monasterio
Palacio Abacial, de inmunidad reputado,
Palacio de cabo de armería, en los libros del Reyno.
Y, frente a la Iglesia , el Ayuntamiento,
Sobre el edificio antiguo, ahora renovado,
Durante muchos años, sala del Concejo,
A golpe de campana, convocado.
Nos contarían lo que les ha quedado grabado
De los antepasados nuestros,
De su vida, sus costumbres, su pasado.
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