Agosto 2004. Carcastillo


Recorrido Geográfico Histórico.


            Parece como si el Otoño tuviera, este año, prisa por aparecer antes, y mostrar su talante, anunciando, con su frescura y neblina gris, su llegada, abriéndose un hueco en la estación veraniega.
            El día ha amanecido un tanto nublado. La gente se va despertando con el trino incensante de los pájaros, hacia las siete treinta de la mañana, anunciando un nuevo amanecer. Las campanas de la torre emiten un tono suave y tranquilizador, tocando a oración, rompiendo el silencio de las calles desiertas.
            En el camino hacia el lavadero, no se ve a nadie. Alguna furgoneta madrugadora, por el camino de Arcaletes, supongo que, para apurar, su conductor, las horas suaves en la huerta.
            Este año, en mi paseo mañanero por las huertas del Regadío viejo, he podido constatar  el poderío del Río Aragón, que, aunque un poco viejo y cansado, sigue dando vida a las huertas, con su agua refrescante.
                        Al comenzar mi ruta, el Almacén del Ayuntamiento, donde, hace unos años, se levantaba el Lavadero Municipal, recordando a las mujeres, bajado la ropa, en canastas, sobre su cabeza, para lavarla y hacer “La Colada”, restregando la ropa en la piedra, con agua y jabón, fabricado en casa.
                        Las Huertas, algunas incólumes y resplandecientes, otras, un tanto descuidadas, junto con algunos maizales, algún que otro campo de alfalfa, alternan con las casetas recién construidas, que invitan al ocio y descanso relajante, en los días festivos.
                        La “Palomera”, semiescondida por la hierba y maleza, evoca recuerdos pasados, en que la gente se bañaba en el río, y cruzaba al otro lado, en término de Murillo el Fruto.
                        De vez en cuando, una furgoneta de algún “huertero” atraviesa el camino pedregoso, dejando una estela de polvo en el camino. Los alisos, sauces, olmos y chopos, a la orilla del Río, muestran un verde paisaje vegetal, un tanto silvestre y desordenado. La monotonía mañanera se rompe con la charla con algún vecino, que está regando o quitando hierba.
                        A la izquierda, el Río Aragón sigue su marcha sosegada y tranquila. El “Pozo del Agua”, derruido. Han desaparecido las paredes, y , con ellas, los “letreros”, con loa apellidos de gente del pueblo, marcados con “clarión”, en el cemento, que rememoraban a gente de antaño. Todo evoca recuerdos en la mente. Las zarzas, llenas de moras negras y rosadas, alternando con las arañoreras, este año desnudas de fruto.
            Al llegar a la Huerta Alta, se vislumbra el “Estrecho”, a las faldas del pinar de Larrate. Después de dar un rodeo para cruzar la Cequia Molinar, que riega las parcelas del viejo Arcaletes, sigo el camino hacia la Presa. A un lado, en el estrecho,
entre trozos de arenisca, sobresalen los estratos de losas horizontales, con peligro de desprendimiento; un poco más adelante, el lugar donde nace la acequia molinar, que riega las vegas del viejo regadío de Carcastillo, La Oliva y Mélida.


¿ Se imagina alguien a Abderramán III, cabalgando, en su campaña del año 924, a su paso por el estrecho de Carcastillo, hacia Gallipienzo, penetrando en territorio cristiano enemigo, acompañado de su Cronista, quien, posteriormente narraría, en sus crónicas, el paso de las tropas musulmanas hacia Liédena y Sangüesa, después de haber arremetido contra el castillo de Caracastil?. O, el crimen del estrecho, cometido por “Salvico” y su compañero, en la persona del hijo del Alcalde de Roncal, cuando iban Padre e Hijo, por el camino del Estrecho a la Junta de Bardenas, a reunirse con los demás junteros, ( crimen contado por Fernando Videgain Agós, en su libro “ Bandidos y Salteadores)?. Añade este escritor que, después de la confirmación del crimen por el Alcalde de Carcastillo, corroborado por el Cirujano Salinas, el Hijo del alcalde de Roncal fue enterrado en una de las sepulturas que poseia el Mº de La Oliva en la iglesia de la Villa.

            Ahora, en el estrecho, la carretera es más amplia, antes apenas podía pasar una cabalgadura. Al llegar al Congosto,( junto al Estrecho), uno se acuerda de la cerámica encontrada por nuestro paisano, Tomás Lecumberri, que nos remonta a la existencia de un yacimiento Protohistórico, donde se asentería, posteriormente, un poblado medieval, correspondiente a la Edad de Hierro( 750-350 a. de Cristo), tema tratado por Amparo Castiella, en la Revista nº 5 de Arqueología Navarra.

            Por la izquierda, la acequia molinar, que daba vida a las huertas y a los Molinos, donde se molía el trigo y cereal de las gentes que acudía a él, reportando unos fondos al pueblo, como cuentan los Libros de Receptas y Expensas de la Villa.
            No cabe duda de que el sistema de riego hace pensar en los Romanos y árabes, ya que este territorio fue poblado por unos, como lo demuestran los restos Romanos encontrados en esta zona,( estelas funerarias, miliarios…) invadido por otros( Musulmanes), al ser Carcastillo lugar fronterizo con Aragón. (Como vestigio, La Punta de la Atalaya, palabra árabe, lugar de vigilancia-centinelas).

                        Al hacer este recorrido, me vienen a la mente estas breves notas históricas, relativas a nuestro pueblo.

                                                             

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