Fiestas patronales en Carcastillo

Apuntes sueltos sobre las Fiestas de nuestro pueblo:
 
Recuerdos entrañables de las fiestas de mi pueblo. ( Carcastillo).


            Es bonito recordar lo que has vivido u oído de lo bonito de las fiestas de tu pueblo. Fiestas intensas, porque había pocos días, y había que aprovecharlos.

Atrás quedaba la trilla, el acarrear, el amontonar gavillas, para ir recorriendo, de montón a montón, y cosechar,(más  trigo que cebada), y llevarlo posteriormente, con galeras y carros, al granero de casa.
            Las fiestas eran mejores o peores, según la cosecha del año, pero siempre había algo en la esencia de las fiestas, que se transparentaba en el ambiente y contagiaba a todos , vecinos y forasteros.
            Los chavales tenían que ir preparando algunas pesetillas para esos días. Se las ingeniaban como podían. Desde hacer fajos de esparto, para después venderlos, almacenar chatarra, hierro, y, si se podía, cobre. Con estas pesetillas, tenían ya para gastar en las “ silletas”, barcas, helados del Sr. Ruiz, o dulces de la Sª Águeda.
            La picaresca también surgía entre algunos mozos, para poder disponer de algo de dinero, para las meriendas, “ poteo”, zurracapote, charangas y orquestas. A veces, algún saco de trigo se quedaba “ despistado” y acababa en el revendedor de turno.
            La juventud se divertía, sobre todo en la calle, si no, que se lo digan a las cuadrillas de “ La Cepa, el Trueno, el Desastre, El Rayo, Los que faltaban, la Jarana, la Única, ...
            Los bares, como siempre, contribuían a la animación de las fiestas. Bares tan castizos como el de Ramón Brun, Gaudencio Azcona, Albano Cortés, Luisa González, Hilaria Echegoyen, Teodulo de Miguel, el Gato Negro, Viuda de Rufino Pérez, Arturo Senosiain, Juanito...
            Las amas de casa preparaban las rosquillas , magdalenas y mantecados( en moldes de corazones y estrellas), y las llevaban al horno, porque, durante las fiestas, había que tener en casa un buen surtido, para obsequiar a los parientes de la Ribera, de Pamplona, de la Cuenca o de la Montaña, que venían al pueblo a pasar las fiestas.
            Todo se contagiaba. La gente, que venía de fuera, era aceptada y agasajada por todo el pueblo. En los bares, la jota surgía espontánea, sin ser solicitada. “ Carreteros Calandrianos”, “ A una madre hay que querer”, “ Virgencita Bardenera”, “ La cantó Raimundo Lanas”..., siempre ha habido y hay en nuestro pueblo gente de casta y buenos joteros, que han sabido alegrar el ambiente.
           
           Sin olvidar, estos días, lo vivido en la “ Placeta”: Salve, Procesión, vacas, Banda Municipal, Corridas, Charlotadas. Si las piedras hablaran, nos lo podían contar, el Palacio de Cabo de Armería, el Ayuntamiento,, o nuestra Iglesia Románica, de transición, testigos mudos de todo lo ocurrido en ella.
            No quiero decir con esto, que las fiestas de ahora sean peores o mejores. Son distintas. Yo diría que las de ahora son también fenomenales. Lo fundamental, que no se olvide la “ esencia” de la fiesta, y que perduren estos valores de acogida, espontaneidad, alegría, transmitida y vivida por todos.
            Me ha parecido oportuno reflejar algo vivido o recordado, con motivo de las fiestas de mi pueblo.
           
                                   Antonio Villafranca Lecumberri. ( 3-8-1999).

A PROPÓSITO DE LAS FIESTAS
           

                        En nuestro pueblo, a lo largo de la Historia, siempre ha tenido un papel importante la Corporación Municipal. Los que más han intervenido en la vida del pueblo, han sido los representamtes municipales. Quieras que no, ellos han sido y son los que tienen la reponsabilidad de solucionar los problemas que han ido surgiendo en la Villa, a lo largo de los años.
                        Repasando la historia de nuestro pueblo, el día dos de febrero, día de la Candelas, ha tenido mucha importancia en la vida de nuestros mayores, no en vano, era el día elegido, cada año, para designar a los Jurados y Regidores, y cuando se nombraban tres “ electos”, para, entre ellos, proponer al Abad de la Oliva, como Señor de la Villa, para que eligiese a uno como Alle ( Alcalde).
                        En este día de Las Candelas, 2 de febrero, en reunión de los vecinos, a toque de campana de la Iglesia Parroquial, por parte del Nuncio Pregonero, en la sala del Ayuntamiento, se reunían los Alle,  Regidores y Jurados de Hijosdalgo y Labradores,  y proponían tres nombres,  “ insaculados”, o, “ electos”.
                        Al principio, hasta 1.675, estos nombres eran elegidos por  “insaculación”: Se metían en una bolsa los “ teruelos” ( números correspondientes a los vecinos), y se sacaban por sorteo. Posteriormente, desde 1675, debido a que, a veces, no había suficiente número de vecinos en las dos bolsas de Jurados de Hijosdalgo y Labradores, se propuso, y fue aprobado por el Consejo, el sistema por  “elección”,( en sesión de enero de 1.675, siendo Alle Martín de Mendi y Regidores, Martín de Irurzun y Juan Tabar), entre otras razones, porque había poca gente en el lugar, y, además, “ la Villa estaba muy gastada y no tenía sustancia para traer “Insaculador”.
                        El Alle proponía tres nombres al Concejo, y los nombres de estos tres propuestos electos eran presentados al Abad de la Oliva, y, si no había impedimento de estos tres, el Abad proponía uno como Alle, y los otros dos quedaban como Regidores.
                        De esta forma, la duración de Alle y Regidores era de un año, desde Las Candelas del dos de febrero hasta Las Candelas del año siguiente. Aparte, el Concejo nombraba un Regidor joven, que tenía como principal encargo o misión, “ celar por el cumplimiento de los usos y costumbres de esta villa, y que sus abastos fueran con toda equidad”.
                        Bastaría hacer una relación de Alles, Regidores y Regidores jóvenes, con nombres y apellidos, quienes, durante años, se ocuparon de solucionar los problemas de la vecindad, según consta en el Archivo General de Navarra. Los apellidos, Gabari, Viloche, Mendi, Alfaro, Santacara, Garde.... se repiten constantemente.
                        Había costumbre de que el Alle y los Jurados salientes ofreciesen  al Alle y jurados entrantes “ un yantar” de pan, vino, carnero y cabrito y mil y otras cosas. Esta comida costó , en el año de 1.554, 22 florines: ( 88 reales).
                        En aquel entonces, el Alle cobraba , de las Rentas del pueblo, 20 reales; los Jurados cobraban, de salario, 2 florines cada uno ( 8 reales) y el Mayoral ( bolsero) cobraba otros 8 reales.
Es de destacar , el papel importante que han tenido en nuestra villa las devociones y costumbres religiosas, plasmado en las festividades que se celebraban todos los años, desde tiempos antiguos.
                        La devoción a la Virgen, ha sido constante. Si analizamos el “ Sello” del Concejo de Carcastillo ( Carcastiello), en el año de 1.329, podemos observar que se trata de un sello circular que nos muestra a la Virgen, de medio cuerpo; a los lados, una estrella, una media luna y las letras VH. TES. Debajo, una orante en una hornacina. En el campo, un ciervo y otros animales, con estrellas en la parte superior. Cyello del Concello de Carcastiello. ( “Sellos Medievales de Navarra”. , Menéndez, Ramos, Ochoa).
                        Uno de los santos, a los que la villa tenía especial devoción , era San Gregorio Ostiense , y , todos los años, venía un hombre, que traía el “ agua de San Gregorio”. Esta agua la echaba un Clérigo y un Jurado por el término de la Villa; en los campos de la “ caridad”, había una misa, y una cena, a la que asistían el Alle y los Jurados, consistente en tocino, carne, pan y vino. Este año de 1.554, gastaron 13 tarjas,( cuartos de real) y un gros ( octava parte de una peseta). Parece ser que la devoción a San Gregorio se debe a algún favor obtenido en la villa de Carcastillo, en los años de peste.
                        Se celebraba ya, en 1684, la festividad de San Francisco Javier. Se repicaban las campanas, de víspera. Era un gran día festivo. Un gaitero, contratado para ese día, amenizaba la fiesta. Ese día, se le pagaron 11 reales. (A.G.N.).
                        El día de San Marcos, la gente del pueblo iba , en procesión, a San Román de Castiliscar. Los Jurados acostumbraban llevar y ofrecer una candela de cera, de una libra de peso, que costaba 8 tarjas. Había costumbre, ese día, de dar de comer a los Clérigos, y a los que en su mesa comían. La comida consistía en carne de carnero y cordero, vino blanco y tinto. ( 5 cántaros).
                        Ese mismo día, los Jurados se reunían, en casa del “ Clavero” (bolsero), después de la Procesión, a hacer cuentas del gasto de aquel día. Se gastó, en total( año de 1.554), cerca de 200 tarjas.
                        En la víspera de la Procesión de Mayo, la gente iba en procesión, a Santa Águeda de Mélida; los Jurados llevaban también una libra de cera, como era costumbre en Carcastillo.
                        Volviendo a la Virgen, en la romería a Ujué, se gastó un hacha de cera que pesó tres libras ( a 8 tarjas la libra).Hubo una comida a los Clérigos y a los que comían en su mesa. Se sacó en la comida: Sardinas, queso, aceite, cebollas, habas verdes, 5 cántaros de vino blanco y 17 cántaros de vino tinto. También, ese día( año de 1.554), se llevaron dos cargas de leña para hacer fuego, para que la gente se secara, por lo que había llovido.
El día 1 de agosto, se celebraba, desde tiempo inmemorial, el día de San Pedro “ ad víncula”. Se echaba bando para que la gente limpiase el día anterior las calles del “ barro, limo y piedras”, y para que acudiesen a la Procesión, que se celebraba todos los años, en la que el Pueblo, precedido por el Párroco,, Alle y componentes del Concejo, se trasladaba al Mº de la Oliva, como lo tenía votado el Pueblo, y eran recibidos por el Abad y la Comunidad cisterciense.
                        Precisamente, con fecha de 1804,  tuvo lugar un enfrentamiento entre el Alle y Jurados de Carcastillo, con motivo de esta procesión y el Abad de la Oliva, ya que el Alle , durante toda la procesión, llevó todo el rato la “ vara” levantada, y esto molestó extraordinariamente al Abad, como dueño que era de la Jurisdicción baja y mediana de la Villa de Carcastillo, lo que motivó que, al año siguiente, el Abad no concediera el permiso para hacer la procesión , teniendo que celebrarse dentro de la Villa. ( Es una muestra más de los pleitos entre Carcastillo y el Mº, respecto a la Jurisdicción).       
                        No podemos dejar de lado las fiestas que se celebraban el 7 de octubre, con motivo de la festividad de la patrona de la Villa, la Virgen del Rosario, cuya imagen preside uno de los altares laterales de la Iglesia de San Salvador. Eran unas fiestas vividas por el pueblo y para el pueblo. El día 7, se reunía toda la gente, para participar en la Misa Popular. Después venía la Procesión, con la imagen de la Patrona. La gente vestía ese día trajes y vestidos recién estrenados y lucía sus mejores galas. Había “ rondas” durante todo el día. Cada cuadrilla hacía su ronda, con recorrido “ por la vuelta a la Virgen”. En los cafés y casinos, se reunía la gente para charlar animadamente, mientras saboreaban el café, copa y puro, los mayores y el coñac o ron quemado los mozos de las cuadrillas. Había también partidos de pelota entre los aficionados locales.
 Se  disputaban por parejas los  partidos en el trinquete del pueblo( a tres paredes), mientras algunos hacían apuestas sobre el resultado. Sin olvidar los “ bailables” en la Placeta y la colección de fuegos artificiales, que se quemaban delante de la Iglesia.

            Fiestas , también importantes , eran las de septiembre, con motivo de la conmemoración de la Natividad de la Virgen, Analizando los precedentes de estas fiestas y fijándonos, en lo que puede parecernos más curioso, estudiando el libro de Recetas y Cuentas de nuestro pueblo en fechas determinadas, ( Años de 1.554 y 1.555, y 1.682 y 1.683), podemos constatar que,” el día de los toros, se gastaron 8 reales con los que compusieron las barreras y en un refresco para los Sres. del Regimiento”.
            Otro de los gastos reseñados es el de “ Haber gastado el día de los toros con los vaqueros y los que compusieron las barreras, 13 reales; así como haber pagado al vaquero 4 reales, por la ocupación que hubo en buscar a un toro que se había escapado”.
Aparece la figura del “ gaitero”, que venía a la Villa a hacer su trabajo de amenizar las fiestas, con su presupuesto de “ trabajo y costa”, que se repite constantemente todos los años, en fiestas. Su paga oscilaba alrededor de los 20 reales.
            Siempre se “ echaban” bandos en los días anteriores a las fiestas de septiembre, en la placeta de la Iglesia, por el Nuncio- Pregonero( con salario anual fijo), mandando a la gente que asistiese a los oficios religiosos , limpiase las calles, y engalanase los balcones de las casas, e insistiendo en que estos días festivos, se conservasen las costumbres cívicas y morales dignas de la villa. Se prohibía pasar con música, y cantar por las inmediaciones de la Iglesia Parroquial, mientras los oficios divinos. Los establecimientos se cerraban los tres primeros días para las 12 de la noche.(9-9-1893).
            De todas formas, todas las fiestas estaban impregnadas  de un espíritu religioso que embargaba el ambiente festivo.
            Las fiestas actuales siguen teniendo los ingredientes de antes, profano y religioso, alrededor de la placeta, siendo testigos claros de toda la historia de nuestra villa, la Iglesia Parroquial, de la que ya nos consta su existencia en los años de 1.093 y 1.099, perteneciente al Mº de Montearagón en 1.166 y cedida posteriormente al Mº de la Oliva, en virtud de un acuerdo entre los dos Monasterios, y consagrada por el Obispo Fecense, Agno en el año de 1.237. Otro testigo posterior presencial, la casa Palacio del Mº de la Oliva en Carcastillo( casa “ Malle”), comenzada a edificar por el Vicario de Carcastillo, D. Martín Jiménez. Fray Martín de Rada II, Abad de la Oliva, la compró por 400 florines,( 1.600 reales); este Abad siguió la obra hasta el tejado, en el año de 1.537, (lo confirma la piedra con el escudo de los Rada en el edificio).
El tercer testigo, no puede ser otro que la Casa consistorial, donde se ha  “cocido” toda la vida de nuestro pueblo , sus problemas y vicisitudes. Levantada en el año de 1.920, sobre el solar de la anterior,( según testimonio de su autor, en su libro  “Casas Consistoriales en Navarra”),cuya construcción se remonta a la década de 1.860, en que fue erigida sobre terrenos usados previamente como graneros municipales. El actual edificio sigue el estilo constructivo de la época, con ejecución en
tres cuerpos. El primer cuerpo, de piedra, el resto enfoscado y pintado. Recientemente, en la anterior legislatura, se levantó el tejado, habilitando una sala espaciosa, que realiza diferentes funciones administrativas.
            Todo lo que nos pudieran contar estos tres testigos, está sustentado por la historia de un pueblo agrícola y ganadero, dependiente, durante muchos años, como villa de Señorío Eclesiástico, del Mº de la Oliva, y , posteriormente independiente de él, a raiz de la desamortización de Mendizábal, en 1.837 y ss. , y que ha sabido recuperar el territorio municipal actual, a base de esfuerzo y sacrificio.

                                                                 

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