Primavera. La Bardena Blanca. Carcastillo


La Bardena Blanca. Carcastillo.                                                                      
 
            El sol aparece tímidamente por el horizonte, entre los Montes y Cabezos de la Bardena Blanca, cuando llegamos, después de haber pasado por la carretera a Sádaba, dejando detrás de nosotros, la cuesta de La Presaza, EL Paso de las Piedras, La Portillada, el Arbejal, La Encisa, con los restos de sus piedras amuralladas, a la Izquierda. En el Km. 5, nos adentramos, atravesando el canal, dejando a la izquierda los Rincones, por la cuesta de Nicasio, y llegamos al "Paso" y cabaña de los guardas.

 La figura del Monumento al Pastor, esculpida por Loperena, se yergue, expectante, contemplando los campos verdes, la balsa de catalán y un rebaño de ovejas a sus pies. Al lado, Txirimendía. Se conserva joven, parece que no han pasado los años para él, ( monte de pájaros o monte de lentejas, según "los duchos" en la materia; sin duda, restos del Euskera, salacenco o roncalés, trashumante(...).
            Dejamos "El Paso", y nos dirigimos hacia el comienzo de la Bardena Blanca. A ambos lados del camino, campos verdes, de cebada y trigo, dan un aspecto verde y primaveral, que contrasta con los"Cabezos" pelados, cubiertos de losas y arena.
            Se vislumbra ya la Bardena Blanca. A lo lejos, el Moncayo, en la retaguardia, por delante, Cornealto, Puy Aguila, el Niño; a la izquierda, La Ralla y el Rallón. Y, más cerca, la cabaña de "los Cazadores". Junto a la cabaña, un pozo bardenero (Aljibe), en el que se conserva el agua de la lluvia, almacenada durante el año, con su puerta de hierro y su cubierta de losa y arenisca.
           Frente a la cabaña citada, a unos cien metros, la cabaña de Paulino; a la derecha, en medio del campo verde, , sobresale una cabaña, semiderruida, que nos trae gratos recuerdos de vivencias pasadas; junto a ella, a unos metros, una balsa abierta, protegida por los rayos del sol, que hace su trabajo, cuidando el agua del año.


Entramos en la cabaña de los cazadores y nos apresuramos a degustar el almuerzo.
            La cuadrilla ha ido a hacer su recorrido. Mientras, hay una tarea que realizar: preparar las migas( de pastor), al estilo Salazar: migas cortadas, con cuchillo, a mano, como mandan los cánones. Tocino ibérico, el consabido sebo, cebolla picada, una pequeña patata en pequeños trocitos invisibles, que suavice la grasa y la haga más agradable al paladar.
            El caldero empieza a emitir el sonido del tocino y sebo que se van derritiendo, bajo la brasa de las astillas chispeantes. Todo está cronometrado y organizado. Las migas salen de las bolsas de tela, blancas y relucientes, con el ajo triturado, mezclado en ellas. Comienza el rito acostumbrado. La cuchara de palo, manejada magistralmente por la cocinera de turno, hace que todo el caldero se vaya haciendo a la vez y reciba el mismo calor. De vez en cuando, la bota de vino, ( azul y garanza), anima el ambiente.
            Parece que el personal itinerante comienza a dar señales de vida. Todo está preparado. Cada uno coge su cuchara y comienza a comer migas, alrededor del caldero. Fuera de la cabaña, sobre las brasas, en la parrilla, un espontáneo e improvisado cocinero, está preparando el segundo plato: costillas de cordero bardenero. Todo regado con vino tinto y rosado, y amenizado por la conversación espontánea de los comensales.
            De vez en cuando, se ve pasar algún ciclista que va recorriendo el largo camino que lleva a la Ralla, el Rallón, Casteldetierra, el Vedado de Eguaras, el Castillo de Peñaflor, testigo, este último, de la " Cofradía de la Hermandad de las Bardenas", (creada por los pueblos de Aragón y Navarra, circundantes, allá en el año 1204, para defenderse de los bandidos y salteadores que se refugiaban en la Bardena , y atacaban a los transeúntes que la atravesaban)
Se oye el silbido agudo de las dos cafeteras que rasgan la atmósfera. El humo blanquecino se eleva por encima de la cantera vecina. Es la hora dee la sobremesa, del café, del pacharán de la tierra, elaborado, el verano anterior, de " arañones", recogidos en las cercanías del Monasterio Cisterciense de la Oliva, y curado con mimo, lo que le hace tener, este año, un sabor característico especial. Y, entre trago y trago, alguna jotica bardenera, ( Virgencita Bardenera, Atravesé la Bardena, Y eres águila real, Qué blanca baja la lana), va disminuyendo la charla, al abrigo, bajo un sol radiante y reconfortante´
Es hora de recoger. Hay que dejar la cabaña en condiciones. Antes de emprender la marcha, un paseo alrededor de los campos sembrados, entre canteras y losas desparramadas y gastadas por la erosión, recogiendo tomillo, romero, ontina, con sus olores característicos silvestres.
Parece que la naturaleza nos muestra todo su encanto en este atardecer primaveral, conjugando el sol radiante, el cielo azul, abierto y transparente, el cierzo acariciador y la tierra rugosa y blanca de esta parte de la Bardena.

1 comentarios:

Antón Hurtado dijo...

Soy un amante de La Bardena, generalmente entro por Bardenas y salgo por Carcastillo, este año no lo he hecho.
Te felicito por tu trabajo.

Te adjunto algunos enlaces a mis trabajos:
http://www.flickr.com/photos/antonhurtado/sets/72157622919547752/

http://issuu.com/antonhurtado/docs/camino_santiago_navarra/1

http://caminanteinquieto.blogspot.com.es/

Publicar un comentario