Son las 7´15 de la mañana. No hace falta despertador. La Naturaleza se encarga de despertar a uno. A través del balcón, semiabierto,
Los más madrugadores, ya están haciendo su paseo matinal cotidiano. Tienen dónde elegir, Larrate, el Romeral, hacia la Punta de la Atalaya, el Prado, el Arbejar, la Presa, Arcaletes, Campo Redondo, Mugarria, camino del Mº de la Oliva, hacia Mélida, el Mosquete, el Saso, Cabras...
Siempre hay algo que ameniza la conversación mañanera. El Río Aragón,
En el pueblo, la gente se despereza lentamente, siguiendo la rutina mañanera, la furgoneta del pan madrugador, la motocicleta del repartidor-a, el sonido inconfundible del pequeño camión utilitario, que, a la más mínima indicación, adivina las necesidades de los clientes habituales. Es un fluir constante de gente, que se desplaza a la carnicería , el supermercado, la ferretería.....El cruce de las carreteras,
Hacia mediodía, el pueblo va adquiriendo " vida". Es un continuo saludo de personas del pueblo, que están de vacaciones, y, entre " claro, sidra, " Azul y Garanza" y mini, las cuadrillas pasan un rato agradable, y, en cierto modo, imprescindible.
Por la tarde, en el café, no puede faltar la partida al " Guiñote", con la participación enriquecedora de los " ojeadores", que comentan las jugadas, al final de la partida, respetando, con su silencio, el protagonismo de los jugadores, salpicado con manifestaciones " espontáneas", de personas expertas en el juego, que intuyen que van a ser entendidos por su pareja.
Mientras, el Sol sigue calentando " de lo lindo", y juega con su amiga la sombra, en un contraste continuo, haciéndose constantes guiños, cuando pasa la gente, veloz y sudorosa. La tarde, en verano, es larga, hay tiempo para todo...En las piscinas, mientras los jóvenes se zambullen en el agua refrescantes, las mujeres charlan animadamente, o juegan " en corros" a la " Perejila"; un grupo de jóvenes " mayores" se recrean, enzarzados en una partida de " Mus", en la terraza del bar, saboreado una caña de cerveza. Los más valientes desafían al Sol, y juegan, en el frontón contiguo, un partido, con pelota de tenis, raqueta incluida.
El atardecer, con la retirada del Sol rojizo, muriendo en el horizonte, se agradece en el pueblo. Apetece dar un paseo vespertino hacia el Monasterio
Las campanas de la iglesia de San Salvador, y sus compañeras, inseparables, desde hace años, del Monasterio, contribuyen, con su repiqueo, a amenizar el regreso. Tres cigüeñas aletean, alrededor de la Placeta del Pueblo, cogiendo posiciones, para posarse en el nido de la iglesia, en la esquina del tejado de la Casa Consistorial, y, en la torre, que fue " Finca de Montes Claros". Entretanto, va haciendo su aparición la luna, comenzando su turno, una vez que el astro Rey se ha retirado a descansar, después de hacer su trabajo vivificador correspondiente.
Por la noche, después de cenar, la gente se reúne en las terrazas de los bares, o, en los barrios, " a la fresca", comentando y saboreando lo que ha deparado el día, o se da un paseo hacia la fuente de San Juan,
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